Tiovivo cósmico

on 31 de julio de 2011


Me imagino el tiempo como una rueda gigantesca, con su eje bien fijado a la nada, ese comodín astronómico que aguanta cualquier teoría, por facilona, atropellada o lianta que esta sea.
Frente a algunos de los vaticinios, predicciones o aproximaciones de explicación a ciertos fenómenos estelares, siempre recuerdo la frase de mi madre: "Tiene más tonterías que libro viejo". Mi madre ya no está; pero todo lo que dijo, y yo he oído de ella, tiene la máxima credibilidad, y no porque fuera ella, mi mamá, quien soltara la sentencia y yo ni pensara en discutirla. Nunca aventuraba, porque sabía de su escasa formación; mas era puro empirismo lo que la llevaba a pontificar sobre esto y aquello.
Somos moléculas, o mejor: partículas de átomos que giramos en uno de los miles de millones de universos a nuestro alcance (el resto lo dejamos para los foráneos); en esa brizna de espacio, rotar a lo largo de nuestra vida, es disponer de una panorámica más que suficiente para un apaño existencial.
Eso sí, hay que andar siempre, de ojos muy abiertos.