¡Enemigos, uníos!… Que de hecho ya lo estáis.

on 24 de marzo de 2012

Así como yo camino por la casa en la madrugada, así como me pregunto tantas cosas, hay millones de personas que lo hacen, a lo largo y ancho de este mundo nuestro.

Hemos sido educados en diversas circunstancias, con mayor o menor tonelaje de mentiras y viciadas verdades por nuestros gobiernos y regímenes. Manipulados en la política religiosamente, y no tan políticamente en lo religioso.

Tenemos una concepción del mundo, sin poder saber a ciencia cierta, si hemos puesto lo suficiente de nosotros en la inevitable doctrina con que nos han imbuido. Creemos ver a veces nuestro pensamiento en alguna línea editorial, y al mismo demonio en otras; pero cuál es la razón para lo que nos resulta justo o deseable, pueda ser considerado odioso por personas que han crecido junto a nosotros en cada realidad o país concreto.

Una especie de teoría subrepticia desarrolla en mí entendimiento, sin que yo pueda encaminarla con mi bagaje de occidental que ha roto un par de platos; pero nada más (si dejamos aparte las promesas):

Las religiones de casi todos los signos, tienen además de sus divinidades, la figura del malo malísimo, para que la bondad tenga sentido y brillo; como si los dioses se ensalzaran porque existen los demonios, y tanto dioses como diablos, tienen el mal hábito de la eternidad. El mundo así, en cualquier cultura, parte de dos hemisferios enfrentados; y aquí es donde entra mi teoría: Es difícil introducir un concepto sino hay un lecho biológico en el que pudiera enraizar. Nacidos somos de dos hemisferios entre los que deberemos estipular la jerarquía de las deidades; y cuando hayamos escogido, habremos parido una posición que suele ser inamovible. A partir de ahí, serán nuestros enemigos, quienes no se reflejen en nuestro espejo; vampiros malditos de las sombras.

Todos necesitamos un enemigo por alguna razón natural que desconozco; pudiera estar ligada a la territorialidad sexual o gastronómica, al agua o a la extensión de los genes. La cuestión es que todos llevamos esa carga explosiva. Los gobiernos, los sistemas económicos y religiosos lo saben, y ahí restregan su dedito envenenado, en la llaguita dormida… Así nos va.



A veces veo políticos

on 6 de marzo de 2012


Si ves un ratón, es que hay diez, y si ves cuatro, hay cien.

Hemos conocido múltiples episodios de corrupción en los últimos años; pero sin duda, no son todos los que se han producido. Sabemos del corporativismo de los miembros de un mismo partido, y suponemos encubrimientos y complicidades. ¿Cómo se explica que tras largos años de bonanza, el castillo de naipes caiga tan rápidamente?; porque muchas cartas han desaparecido en las mangas de los tahúres mandantes, bajo el auspicio de prescripciones judiciales; absoluciones dudosas y silencios cómplices. Dicen que el brazo de la ley es largo; pero a mí sólo me queda constancia la largura de manos de los que tuvieron el bote a su alcance.

No se puede luchar contra la economía sumergida, dando semejante ejemplo, pues los que pueden distraer unas monedas, se sienten legitimados ante el expolio a mansalva de quienes rigen las grandes sumas que genera una nación de más de cuarenta millones de habitantes. La evidencia de estos abusos, fomenta la rebeldía fiscal como desquite y rabieta; y en última instancia, genera insolidaridad y hábito.

¿Con IVA o sin IVA?, pregunta el dependiente, y el comprador, prefiere que, al menos, ese porcentaje no se pierda en las intrincadas veredas del mangoneo de unos pocos, y pasito a pasito, le permita llegar a fin de mes. Si no hubiera tantos episodios de corrupción, seguramente sería menos habitual la preguntita de marras, porque las trampas pequeñas, crecen a la sombra de las grandes, esas de los grandes eventos y las fastuosas inutilidades