Hemos terminado por acostumbrarnos a que los políticos nos cuenten películas en campaña electoral, y nos remitan "a la difícil realidad" en cuanto han garantizado cuatro años de estabilidad (y a veces de opulencia) para ellos, sus familiares y amigos. Han ido cogiendo cada vez más confianza, al ver que los españoles somos una gran familia, formada por padres, madres, hijos tíos y abuelos; pero por sobre todo: PRIMOS, muchos primos, que pensamos que ya vendrá alguien a arreglar el desaguisado. Así, es como votamos a los caraduras del signo opuesto, que cabalgando en el descontento que el abuso o la dejación producen, les abrimos las puertas y las arcas de un estado cada vez más esquilmado y famélico. Para poner las cosas peor aún, hombres a los que se les supone inteligencia, no cejan en su inquebrantable vocación de graciocillos, y desde el gobierno, practican para cuando se les acabe el mandato y tengan que dedicarse a la comedia, y hacer "números" en el escenario, en lugar de en los presupuestos. Estos impresentables han llegado al gobierno subidos a mentiras evidentes; pero invisibles a los ojos de los sectores más desesperados, más recalcitrantes o más burros de las dos Españas.
Esto es lo que hay, una banda de mentirosos confabulados para alfombrar el paso del gran capital, con la miseria y el desamparo de quienes realmente pagan este circo de monstruos en que se ha convertido la política.
Desde siempre nos machacan con la ineludible necesidad de la participación democrática en las urnas; claro, con el sistema electoral que tenemos, está garantizado que será: o chicha o limonada, esto es, o el voto ingenuo al PSOE, o a la participación preferente en la política española, que significa el voto al PP.
Y resulta que ahora quieren recaudar cobrando impuestos de Europa a salarios de saldo de mercadillo, después de habernos hecho el "Euro de la Estampita".
Entiendo que es muy serio lo que voy a decir; pero creo que estamos en guerra, y si queremos que se vayan, tenemos que estar en la calle cada día para decirles que NO al abuso, y no gastar en nada más que lo necesario para sobrevivir (que de eso ya hemos hecho un máster). A mí ya me da igual si nos intervienen o no, lo que quiero es que estos se vayan, y que vayan sabiendo los que vengan, con lo que se van a encontrar.