Monarquía blablamentaria

on 7 de abril de 2012

Este estrafalario statu quo que vivimos desde 1978, se basa en un orden político en el cual un monarca impuesto por el personaje más nefasto de la historia de España, encabeza una nobleza heterogénea en lo formal; pero idéntica en lo esencial, esto es el poder del que gozan. Nada hay más chocante al juicio de cualquier demócrata, que un liderazgo pueda ser vitalicio y hereditario. Para más inri, siquiera se han respetado las atávicas leyes sucesorias, sino que la voluntad de un sedicioso, impuso a quien le pareció más maleable, para extender sus obsesiones más allá de la muerte.

Como la figura real tiene apenas carácter simbólico (exactamente igual que cuando fue creada), se deja a "los nobles" la delicada tarea de cortar el bacalao. El Rey es entonces una especie de funcionario de lujo, al que casi no llegan los recortes en los tiempos difíciles; y empeora la cosa con los príncipes de la Iglesia, a quienes ni se les ha aplicado una modesta tonsura. Nosotros, los rapados, vemos en esto una profunda injusticia, porque nos creímos el timo de la democracia, y pensábamos que a la hora de las privaciones, estaríamos todos en fila para aportar nuestro sacrificio.

Hemos aprendido que nuestra función, consiste exclusivamente, en sostener el alto nivel de vida de esta corte de recaudadores que dejan apenas caer sus migas en los grandes festines, y tratan con crueldad y avaricia a la plebe cuando en la mesa sólo hay suficiente como para sus desmedidos apetitos.

Tenemos entonces:

Reyes sin transparencia

Grandes de España (La Banca, Endesa, Gas Natural, Repsol, Telefónica etc.) que acogerán a los enanos caídos en desgracia, y por lo tanto, se cobran por adelantado las molestias causadas por ese ejército de caraduras serviciales.

Condes ex presidiarios que dictan cátedra desde las hediondas mazmorras de Intereconomía

Los Duques de : "palma tú que no tienes padrinos"

Los pajes como cargos de confianza

Y por último, los bufones de la política, que se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena, y recobran su hipotética línea reivindicativa, sólo cuando están en la oposición.

Entre estos, y el Eurotimo de la estampita, tendremos que suicidarnos todos en la plaza Syntagma, o volver a las leyes de los barrios de antaño, y decirles: os esperamos en la calle.