Este estrafalario statu quo que vivimos desde 1978, se basa en un orden político en el cual un monarca impuesto por el personaje más nefasto de la historia de España, encabeza una nobleza heterogénea en lo formal; pero idéntica en lo esencial, esto es el poder del que gozan. Nada hay más chocante al juicio de cualquier demócrata, que un liderazgo pueda ser vitalicio y hereditario. Para más inri, siquiera se han respetado las atávicas leyes sucesorias, sino que la voluntad de un sedicioso, impuso a quien le pareció más maleable, para extender sus obsesiones más allá de la muerte.
Como la figura real tiene apenas carácter simbólico (exactamente igual que cuando fue creada), se deja a "los nobles" la delicada tarea de cortar el bacalao. El Rey es entonces una especie de funcionario de lujo, al que casi no llegan los recortes en los tiempos difíciles; y empeora la cosa con los príncipes de la Iglesia, a quienes ni se les ha aplicado una modesta tonsura. Nosotros, los rapados, vemos en esto una profunda injusticia, porque nos creímos el timo de la democracia, y pensábamos que a la hora de las privaciones, estaríamos todos en fila para aportar nuestro sacrificio.
Hemos aprendido que nuestra función, consiste exclusivamente, en sostener el alto nivel de vida de esta corte de recaudadores que dejan apenas caer sus migas en los grandes festines, y tratan con crueldad y avaricia a la plebe cuando en la mesa sólo hay suficiente como para sus desmedidos apetitos.
Tenemos entonces:
Reyes sin transparencia
Grandes de España (La Banca, Endesa, Gas Natural, Repsol, Telefónica etc.) que acogerán a los enanos caídos en desgracia, y por lo tanto, se cobran por adelantado las molestias causadas por ese ejército de caraduras serviciales.
Condes ex presidiarios que dictan cátedra desde las hediondas mazmorras de Intereconomía
Los Duques de : "palma tú que no tienes padrinos"
Los pajes como cargos de confianza
Y por último, los bufones de la política, que se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena, y recobran su hipotética línea reivindicativa, sólo cuando están en la oposición.
Entre estos, y el Eurotimo de la estampita, tendremos que suicidarnos todos en la plaza Syntagma, o volver a las leyes de los barrios de antaño, y decirles: os esperamos en la calle.
Así como yo camino por la casa en la madrugada, así como me pregunto tantas cosas, hay millones de personas que lo hacen, a lo largo y ancho de este mundo nuestro.
Hemos sido educados en diversas circunstancias, con mayor o menor tonelaje de mentiras y viciadas verdades por nuestros gobiernos y regímenes. Manipulados en la política religiosamente, y no tan políticamente en lo religioso.
Tenemos una concepción del mundo, sin poder saber a ciencia cierta, si hemos puesto lo suficiente de nosotros en la inevitable doctrina con que nos han imbuido. Creemos ver a veces nuestro pensamiento en alguna línea editorial, y al mismo demonio en otras; pero cuál es la razón para lo que nos resulta justo o deseable, pueda ser considerado odioso por personas que han crecido junto a nosotros en cada realidad o país concreto.
Una especie de teoría subrepticia desarrolla en mí entendimiento, sin que yo pueda encaminarla con mi bagaje de occidental que ha roto un par de platos; pero nada más (si dejamos aparte las promesas):
Las religiones de casi todos los signos, tienen además de sus divinidades, la figura del malo malísimo, para que la bondad tenga sentido y brillo; como si los dioses se ensalzaran porque existen los demonios, y tanto dioses como diablos, tienen el mal hábito de la eternidad. El mundo así, en cualquier cultura, parte de dos hemisferios enfrentados; y aquí es donde entra mi teoría: Es difícil introducir un concepto sino hay un lecho biológico en el que pudiera enraizar. Nacidos somos de dos hemisferios entre los que deberemos estipular la jerarquía de las deidades; y cuando hayamos escogido, habremos parido una posición que suele ser inamovible. A partir de ahí, serán nuestros enemigos, quienes no se reflejen en nuestro espejo; vampiros malditos de las sombras.
Todos necesitamos un enemigo por alguna razón natural que desconozco; pudiera estar ligada a la territorialidad sexual o gastronómica, al agua o a la extensión de los genes. La cuestión es que todos llevamos esa carga explosiva. Los gobiernos, los sistemas económicos y religiosos lo saben, y ahí restregan su dedito envenenado, en la llaguita dormida… Así nos va.
Si ves un ratón, es que hay diez, y si ves cuatro, hay cien.
Hemos conocido múltiples episodios de corrupción en los últimos años; pero sin duda, no son todos los que se han producido. Sabemos del corporativismo de los miembros de un mismo partido, y suponemos encubrimientos y complicidades. ¿Cómo se explica que tras largos años de bonanza, el castillo de naipes caiga tan rápidamente?; porque muchas cartas han desaparecido en las mangas de los tahúres mandantes, bajo el auspicio de prescripciones judiciales; absoluciones dudosas y silencios cómplices. Dicen que el brazo de la ley es largo; pero a mí sólo me queda constancia la largura de manos de los que tuvieron el bote a su alcance.
No se puede luchar contra la economía sumergida, dando semejante ejemplo, pues los que pueden distraer unas monedas, se sienten legitimados ante el expolio a mansalva de quienes rigen las grandes sumas que genera una nación de más de cuarenta millones de habitantes. La evidencia de estos abusos, fomenta la rebeldía fiscal como desquite y rabieta; y en última instancia, genera insolidaridad y hábito.
¿Con IVA o sin IVA?, pregunta el dependiente, y el comprador, prefiere que, al menos, ese porcentaje no se pierda en las intrincadas veredas del mangoneo de unos pocos, y pasito a pasito, le permita llegar a fin de mes. Si no hubiera tantos episodios de corrupción, seguramente sería menos habitual la preguntita de marras, porque las trampas pequeñas, crecen a la sombra de las grandes, esas de los grandes eventos y las fastuosas inutilidades
"¿Dijiste media verdad?, dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad"; estos versos de Machado, me recuerdan a la campaña del PP, que se ha basado en engaños, omisiones y falsas expectativas.
Cuando, contraviniendo su promesa electoral, el actual gobierno promovió una subida de impuestos a los de siempre (saltándose por cierto también a los de siempre), se apresuró a decir que esta medida, era de carácter temporal. La reforma laboral, sí estaba en el programa con el que se presentó a las elecciones; pero si hubieran dicho en qué consistiría esta reforma, no les hubieran votado más que la CEOE y algún que otro psicópata o suicida. Si esta reforma está basada en la crisis que padecemos, no entiendo porqué no habría de ser también transitoria.
Con la trola de la competitividad (nunca llegaremos a ser chinos, aunque cada vez comamos más arroz) se ha garantizado a la patronal, el derecho a disponer, como en eras pasadas, libremente, de los asalariados, sus vidas y bienes.
Estos nuevos exponentes del neoliberalismo, que no sé cuántas veces más tendrá que fracasar para que sea descartado finalmente como modelo económico, eliminan y degradan a trabajadores privados y públicos, al tiempo que crean un nuevo funcionariado, el de los parados de mayores de 50 años (con su estatus garantizado de por vida), que tras haber trabajado y cotizado durante décadas, se les pone en la calle con unas monedas, y sin palmadita en la espalda siquiera.
Vengo muriéndome desde que tengo uso de razón, y quizás desde antes; aunque no pueda hacer precisiones al respecto. En la infancia, los síntomas eran demasiado difusos para considerarlos seriamente; te cortaban el pelo, las uñas o la paga y volvían a crecer; te decían: ¡Te vas a matar con ese patinete!, y tras varios porrazos memorables, resurgías como un ave Fénix con las rodillas en carne viva y pidiendo más.
Si te sentías morir, en el paroxismo de alguna angina o gripe virulenta entre delirios, no te daba tiempo a hacerte a la idea, y una buena mañana te despertabas con hambre y ganas de tripular una nave espacial, aunque para el cole, no estuvieras aún bien del todo. Con tantas cosas por hacer, ¿quién tiene tiempo para la fatalidad, hacer la cama o una regla de tres compuesta?
Aquella sensación de inmortalidad, ayudaba sin duda a la confusión y la esperanza. Andando el tiempo, uno se moría de ganas, de amor o de aburrimiento; pero eran muertes pasajeras, de escasa entidad, que sucumbían ante cualquier nuevo entusiasmo; esta palabra: "entusiasmo", es de origen griego y quiere decir: estar inspirado por los dioses. Los dioses pues, se encargan de las materias vitales, dejando los temas mortuorios a los especialistas del mal; aunque reclamen "in extremis" el alma de los difuntos. A esta altura, muchos pensarán que tengo un cacao considerable con las religiones, y lo asumo con toda la deportividad de que soy capaz. La cuestión es: si hubiera diezmil dioses más, o menos, ¿no nos moriríamos igual?
Creo que fue Jaime Gil de Viedma el que se percató de que "... la vida iba en serio...", cuando veía de lejos su juventud. Como todos los que, por edad o infortunio, han tenido que despedir a sus mayores y pares, los antiguos inmortales, saben que portan la semilla de una eternidad cuajada de olvido. Se hacen cautos, taciturnos, y están atentos a cualquier circunstancia que pudiera ser una grieta en sus debilitadas murallas.
Sí, es un viaje comenzado hace mucho; mas hay un punto, en el que conocemos con certeza el destino, quizás por eso es que ya no hay tanta prisa.
Me resulta bastante irritante el revuelo que se ha montado porque en un espacio de humor de un país vecino, se especuló con el hecho de que, la supremacía de nuestros deportistas en varias disciplinas, se debe a la utilización de sustancias para mejorar su rendimiento. Ya se sabe que la vecindad, es sinónimo de rivalidad cuando ambos vecinos se disputan el liderazgo en tal o cual campo; así, las pullas son constantes en el deporte, porque está claro quién lleva la ventaja en todas las demás cuestiones.
Tomarse este asunto como una cuestión de honor nacional, me parece sacar las cosas de quicio; desde espacios similares de humor; publicaciones satíricas y espacios deportivos (los más activos), hemos puesto a parir al mundo entero y adjudicado a tramas internacionales la obsesiva misión de perjudicar al heroico pueblo español.
La olla ya se nos fue hace mucho; desde que puedo recordar, he oído noticias como esta:
"Pese al buen juego de Gasol, Los Lakers perdieron anoche por 80-85..." (o sea, que los que perdieron fueron sus compañeros); o esta otra perla:
"El primer español clasificado fue "Z" en sexto lugar, siguiéndole en octavo y undécimo puesto nuestros compatriotas "X" e "Y"..."; y se quedan tan anchos, sin informarnos acerca de quienes consiguieron el primero, segundo y tercer puesto, ya que de eso va el deporte, de ganar. Si lo importante fuera apenas competir, no habríamos vivido tantas vergüenzas en nuestro deporte (empezando por el ciclismo)
Ahora se nos van también los garbanzos, y si fuéramos tan orgullosos del acervo patrio, deberíamos plantarle cara a Francia, Alemania y la Eurozona entera, en lugar de perder la fuerza por la bocota "nacionatonta" en encendidas diatribas chauvinistas.
Panem et circensis fue la fórmula de la antigüedad para comprar, a precio de saldo, la paz social; pero todo evoluciona, y en la actualidad, se ha restringido la oferta a la mitad...¿adivináis cuál?
Para ayudar a los bancos, se han detraído recursos de las arcas públicas, poniendo en serios apuros a la educación, el soporte social y la sanidad; minimizando la inversión en investigación y desarrollo. Así las cosas, los investigadores tienen que recurrir al ingenio y el apoyo privado, mientras el inefable Ministro Wert, aseguró que respaldará la tauromaquia para "ponerla en valor". Quizás los científicos debieran potenciar alguna campaña de impacto, con la exhibición de ratoncillos sanguinolentos maltratados hasta su muerte, para ser considerados "respaldables". Constantemente se hace referencia a Europa cuando se habla de subir impuestos o empeorar nuestras condiciones de vida, como si fuera aquella, un espejo en el que mirarnos; pues bien, para la inmensa mayoría de los europeos, el toreo es un espectáculo miserable y degradante.
En sociedades ricas como las de Europa Occidental, el hambre no tiene el dramatismo que presenta en aquellos países devastados por la guerra o la sequía; entre nosotros se presenta como mala alimentación y falta de oportunidades, que prolongarán a aquella.
La gestión salvaje de los neoliberales en el hemisferio norte, ha empobrecido dramáticamente a millones de personas, que tienen que escoger entre alimentarse adecuadamente y pagar alquileres altos con sueldos de miseria o las draconianas hipotecas a las que fueron arrastrados como en el timo de la estampita.
Hemos llegado hasta aquí por desidia e individualismo (justo lo que nos han inculcado); ¿probamos otra cosa?
Habitualmente, cuando siento el impulso de escribir, es por un arrebato lírico-existencial; el apuntalamiento de un ligue en ciernes, o una chuleta que me ayude a volver del Mercadona sin haber olvidado lo esencial. Hoy es distinto; es la indignación que me produce el curso de los acontecimientos de la política española lo que me da por abrir la espita de la presión interna y establecer comparaciones. Hace poco leí que el capitán Schettino (el fantasma del Concordia), había conseguido el respaldo casi unánime del resto de los paisanos de su pequeña localidad, mientras era denostado por 60 millones de personas en Italia. Esto mismo pasa con Camps, Costa y sus muchachos, absueltos por un jurado popular en la causa de los trajes, tras haber dejado a la comunidad en paños menores. Recuerdo también el juicio a un abertzale, con el procedimiento del jurado popular, y con las mismas consecuencias. En aquel caso, se celebró nuevamente el juicio, porque el veredicto no se ajustaba a los deseos de los poderes, judicial y político, y la jugada en la que pretendían que el propio pueblo vasco condenara a los suyos, les salió rana. ¿Harán lo mismo esta vez?, mucho me temo que no, porque se han salido con la suya a la primera.
Paralelamente a su obstinación en sustraer a "uno de los suyos" de la acción de la justicia, se aprontan a crucificar a un juez de la acera de enfrente, como castigo y aviso a navegantes.
Marta del Castillo, Fabra, Cristina de Borbón y un largo etcétera, no son precisamente medallas en el currículo de quienes, supuestamente, imparten justicia.
He oído que el ministro de justicia está dispuesto a dar un lavado de cara a la justicia; teniendo en cuenta las últimas deposiciones de este poder público, creo que debería lavarse otra parte del cuerpo jurídico, situada en el punto opuesto.