Con mis mayores deseos

on 17 de enero de 2013

Hubo un tiempo, en que bastaba que yo le deseara la muerte a alguien, para que esta se llevara repentinamente al destinatario de mis iras. 
Al principio no me lo creía del todo, y deseaba el fin a cualquiera que me agrediera o agraviara personalmente. Fui constatando que las casualidades, tenían la firme vocación de agradarme; que aquellos que encendían mi ánimo vehemente, acababan sus días por accidentes o fulminantes enfermedades. Seguramente por una cuestión de legislación internacional del destino; por más que me concentrara en el empeño, no era capaz de generar siquiera una gripe en aquellos que generaban en mí, un odio incendiario de juventud allende las fronteras. Se libraron así: Henry Kissinger, Ronald Reagan, Idi Amín Dadá o Moshé Daián.
Poco a poco, mientras la fatídica lista doméstica aumentaba, comencé a sentir un cierto pudor justiciero; y porqué no decirlo, un nuevo horizonte en la consideración de la economía de un recurso, del que no conocía sus fondos.
Recuerdo cómo, al llegar a una edad en la que vislumbraba a lo lejos  la razón, tuve que pedirle a la parca el indulto para un ex patrón que había comprado todos los números de mi oscura lotería, tras entrar aquel en la UCI por un repentino ataque. La evidencia ilusoria  de mis poderes sobrenaturales habían creado en mí, un atisbo de magnanimidad que nunca antes había experimentado. La muerte accedió a mi petición, dejando para más tarde el desenlace de aquel miserable, y como recompensa, dejé de darle tajo durante tres décadas, en que quitaba presión interna poniendo a parir sin más a los reos, de mi iracundia.
Puede ser que la razón se esté alejando en la medida que mi indignación crece; hace pocos días, me descubrí concentrándome para desear la muerte del Ministro de Justicia (o lo que sea eso que imparte desde su ministerio).
Le miré fijamente en una foto (aunque alguna vez estuve en su presencia y apenas me cagué en su puta madre) y descargué todo el rencor que vengo acumulando de un tiempo a esta parte, deseándole la muerte por chulo, descarado e injusto. Es decir, vuelvo a las andadas, sin vestigios de racionalidad o clemencia; que su ángel guardián se ocupe de que otros, menos desquiciados y más cabreados que yo, se salten las peticiones a Átropos, y se pongan manos a la obra.

7 comentarios:

Lúzbel Guerrero dijo...

Mire BERNARDINO, pienso gestionar ante LA SEÑORA su petición; pero esta vez, al ser un personaje relevante, le va a costar dos Leuros

Bernardo Lino de la Cruz dijo...

Ya sabía yo que con esto de las tasas iba a ver mermados mis ingresos semanales a la mitad; aún así, haré el esfuerzo. ¡Adelante con los faroles!

Pombolita dijo...

Me encanta ese don don que tiene, aunque algo peligroso, muy práctico en estos que corren tan inmundos. Me gustaría pedirle si se puede concentrar además de en ese cretino de Gallardón, en la Cospe que ya se yo que le cae muy mal como a mi.
No puedo con ella, oiga.

Verae dijo...

Es Ud. mi héroe. Antes de hacer limpieza general... ¿podría prestarme la lejía?... es que tengo una mancha que no hay dios que la quite, y quisiera acabar con ella antes de que ella acabe con mi paciencia.

Le dejo un beso.

Presidente del sindicato de Ángeles de la Guardia dijo...

Pues mire usted, lo cierto es que ángel lo que se dice ángel no tiene. Desde que el último presentara la dimisión por agotamiento - sus juegos de lego en la capital desperteron multitud de malas intenciones hacia su persona - no hemos conseguido un voluntario que quiera cubrir la vacante ( y no será por falta de incentivos:que si sobresueldo, que si vacaciones pagadas, nuevos juegos de alas...),pero no hay manera.
Le diré, Sr de la Cruz,que cuenta usted con muchos seguidores entre el gremio, tantos que desde que supimos de su don las postalillas con la imagen de este caballerete se han agotado...

Dol dijo...

Y al de educación ,lo has mirado fijamente?? Y a la de sanidad??Y al Aznar cuando sonríe que no se sabe si se está rajando un erizo por la mitad ,porque eso parece cualquier cosa menos una sonrisa humana??Dígame,dígame...

gorrioncito dijo...

Andan sueltos por el mundo, tienden a concentrarse o agruparse en determinadas estirpes o castas, tullidos morales, corruptos. Me refiero a los políticos, el colectivo universal, cada vez más arracimado al "poder" o en torno del "líder" del que presuponen ha de llenarles la vida y proporcionar, sobre todo, satisfacción económica, sin saber que todos ellos forman parte de la subespecie de los que jamás sabrán siquiera lo que son, pueden de verdad hacer y sentirse propios, porque hasta sus emociones (algo de lo más íntimo de la vida), se proponen igualmente venderlas. La verdad es que producen lástima. Son un coto cerrado a la vida, incluso a la suya, y a los demás, porque únicamente piensan que medrar es seguir un patrón ajeno que da resultados: coches, dinero, "aceptación social". Pero que no producen un pensamiento, ni echan una mirada ni se molestan lo más mínimo en otro que no forme parte de la clasista cadena que los autodestruye, en el fondo. No invitan sino a los que presuponen mejoran su status; no comen ni beben, ni creo que hacen el amor más que con los "suyos", y por supuesto, tampoco hablan con la "pobre gente" que anda descamisada de la vida, tratando de saber en qué consiste esa malvada. Ni saben que, de repente, ellos también serán expulsados de la gracia que asumen adorar, reemplazados continuamente entre sí en la orgía de dar la espalda a todo lo que no siga su consigna. En fin, que ya tienen bastante, ¿no?
Sea clemente, Don Bernardo